Caminar descalzo

Caminamos toda la vida con la preocupación de no fracasar, de no perder, de no sufrir, de no herirnos. ¿Y si, en verdad, nos estamos haciendo daño a nosotros mismos sin darnos cuenta? ¿Y si la apretada horma de la preocupación nos genera cicatrices y rozaduras que luego no sabremos curar?

Caminar descalzo. Esa es la clave. Caminar sintiendo cada paso en el terreno, caminar sintiendo cada zancada en la vida y caminar sintiendo cada impulso en el corazón. 

Piedras incrustadas, cortes que escuecen y una capa callosa adorna nuestras plantas. ¿Eso significa que no hemos trazado el camino correcto en nuestra andadura? Y yo pregunto: ¿cuál es el camino correcto? ¿El que te dicen que debes seguir o el que quieres seguir?

Caminar descalzo sintiéndote libre, realizado, conformado por errores y aciertos, aprendizaje y satisfacción. Caminar descalzo es sentir la vida más de cerca, más en esencia. Sentir que cada paso que das es tuyo y de nadie más. Eso es caminar descalzo.

Y tú, ¿te vas a descalzar?



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